domingo, 12 de enero de 2014

23 kilos


6 Fuets, algunas latas de olivas, jamón, longaniza, ropa de abrigo, algún que otro libro, zapatos, pijama, toallas, portátil, pinturas, acrílicos varios, neceser… tu vida. Tu vida no cabe en 23 kilos, que es lo que debe pesar una maleta facturada en Vueling. Todo lo mencionado anteriormente no representa la vida de nadie. Mi familia, mis amigos, mi cultura, todas y cada una de las personas que me dan cariño y todos los momentos que compartimos, eso es una vida, y no cabe en 23 kilos. En esta maleta no está permitido meter álbumes de fotos, peluches o aquellas flores disecadas que te regalaron el último Sant Jordi, en esta maleta esas cosas no caben. Aquí no puedes meter el bar de al lado de tu casa, ese dónde bajas con tu mejor amigo a tomar una caña y aprovechas para criticar a tu jefe, que como todos los jefes, es un cabrón. En esta maleta no puedes meter la seguridad de que tus padres se encuentran a 20 minutos de tu casa por si te pasa algo. En esta maleta no puedes meter el pollo al limón que hace tu hermana y que tanto te gusta, ni todos los cuidados que te ofrece cuando estas malita. No entran ni tu tía, ni tus primos, ni tus abuelos, ni tu sobrino, que cada vez que vuelves ha crecido medio palmo más. En esta maleta no puedes meter un abrazo, joder, ojalá se pudiera meter un abrazo.

23 kilos no dan para mucho, realmente no dan ni para un poquito. 

A todos aquellos emigrantes de verdad, no como yo que sé que vuelvo al terminar el curso, a los que emigran y ni siquiera saben cuando van a volver, de hecho ni si quiera saben si volverán; ojalá no tuvierais que emigrar, ojalá este país os valorara, ojalá no os robaran todas esas cosas que no caben en vuestras maletas.


Ni tú, tú tampoco cabes, que lástima, sabes de sobras que te llevaría conmigo.