viernes, 9 de marzo de 2012

la Fornarina - Rafael


Yo se mas del deseo que de la satisfacción.

En la vida, como en el arte todo son pistas que hay que saber ir leyendo.

Al principio como en el cuadro de la Fornarina de Rafael, se nos pasa por alto que la luz, por ejemplo, acaricia su cuerpo, que forma un recorrido que pasa por la cabeza y te guía hasta sus pechos, que sigue por su brazo y que llega hasta el pubis.

No sabemos tampoco, que Rafael estaba comprometido con una mujer de la realeza y que a escondidas, quedaba con Margarite, su amante, la que retrata, a la que acaricia como acaricia la luz que la ilumina.

Necesitamos pistas, nos tienen que enseñar a verlas.

Margarite era la hija de un panadero, un hecho que no parece importante sino fuera que por aquel entonces Rafael era lo que hoy podría ser un George Clooney, un George Clooney enamorado de la señora que limpia su casa, por ejemplo.

Que la pinta, la ilustra como si fuera una diosa, de hecho, siguiendo los cánones de la Venus púdica, diosa del amor y la belleza… ya ves tu una simple panadera.

Pero nosotros no tenemos que saber estas cosas, a veces tiene que venir alguien a abrirnos los ojos, a mostrarnos qué se nos pasa por alto, a enseñarnos, como en la vida, que hay algo mas allá de lo que estamos acostumbrados a ver.

Su cara, impasible, o no. Imaginemos el momento de retratarla, pintor y pintada en un lugar en común, amante y amada. Si la luz acariciaba su cuerpo sin ser tocada, su cara expresa lo que podrá suceder cuando todo termine. Es muy sutil, casi inapreciable, como las cosas realmente importantes de la vida.

Una pulsera con el nombre del autor recubre su brazo, a modo de firma, a modo de autentificar que aquella obra es suya, que aquella mujer por momentos también lo es. Nos grita que lo que tienen existe, que es real, una firma de intenciones, un secreto a voces.

Las pistas son las sutilezas de nuestro lenguaje, este que nosotros mismos hemos creado y que se nos escapa a veces de las manos. Todo tiene una historia detrás, que no la veamos no significa que no exista.

Al fin y al cabo la realidad es aquello a lo que decidamos prestarle atención.

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